Ana Lluch, una ‘agente doble’ apasionada y comprometida en la lucha contra el cáncer de mama

Es para mí un placer dibujar un perfil de la profesora Ana Lluch, a quien conozco, de un modo muy cercano, desde el inicio de nuestra andadura profesional, y subrayar sus múltiples méritos y cualidades científicas y personales. Desde los albores de su carrera, Ana enfocó sus esfuerzos en la investigación y el conocimiento del cáncer de mama y hoy es reconocida como una autoridad internacional en este campo, sobre el que ha publicado más de 300 artículos especializados, ha escrito más de 50 libros y dirigido más de 20 tesis doctorales. Con más de 20.000 citaciones, su dilatada carrera científica es un ejemplo y estímulo para los jóvenes investigadores y requiere el reconocimiento de la sociedad civil.

 


“Ana sabe transmitir su entusiasmo y su visión a su equipo de trabajo, al que me honro en pertenecer. Sabe crear equipo y mantener y alentar su dedicación a ese mandato hipocrático de curar siempre que se pueda, confortar, aliviar y acompañar siempre”


 

Desde el inicio de su actividad profesional, su desvelo por conocer y su pasión por ayudar y servir a las pacientes con cáncer de mama han sido incesantes. Nada le motiva más que ayudar a aliviar el sufrimiento, confortar y dar esperanza a las pacientes. Su visión es clara y su compromiso, firme: establecer, en un sistema sanitario público y abierto a todos los ciudadanos, una estructura capaz de minimizar los efectos de una enfermedad, para que no altere, en lo posible, la trayectoria vital de quien la padece.

Según Ana, nuestro sistema sanitario ha de hacer prevalecer la excelencia y la calidad para ser capaz de servir a los ciudadanos con la máxima eficiencia. La capacidad visionaria de Ana ha contribuido a crear varios pilares esenciales para luchar contra el cáncer y, en particular, contra el cáncer de mama.

Ana sabe transmitir su entusiasmo y su visión a su equipo de trabajo, al que me honro en pertenecer. Sabe crear equipo y mantener y alentar su dedicación a ese mandato hipocrático de curar siempre que se pueda, confortar, aliviar y acompañar siempre. Para lograr ese objetivo, Ana aporta, en todo momento, los valores de su dedicación, esfuerzo, entusiasmo, conocimiento y sentido de la responsabilidad.

No quisiera dejar de subrayar suficientemente lo que para mí constituye el aspecto esencial más valioso de Ana: su compromiso con sus ideas y creencias, su arrolladora capacidad de poner en práctica lo que cree que es mejor y su actitud inquebrantable de servicio a la sociedad. Ana es próxima con todos los que se le acercan. Escucha y muestra empatía y comprensión con todos los que le hablan. Siempre está dispuesta a trabajar y a ayudar. Es constante y perseverante. No decae nunca. Sufre con los que sufren y goza con los que se alegran. Es reflexiva, inteligente y persuasiva.

Sabe distinguir entre lo esencial y lo accesorio. Se deja atraer de manera natural por lo bueno. No se conforma con lo que ocurre e intenta modificarlo. Su generosidad y entusiasmo no nos dejan impasibles. Provocan confianza y esperanza en las pacientes, así como seguridad y satisfacción. En sus compañeros y allegados, generan pasión por comprender, conocer y servir. Y, en todos, respeto, admiración y afecto.

Pero, además, he de decir que Ana es una ‘agente doble’, pues no sólo es una médico excelente, dedicada y apasionada por la atención a las pacientes, sino que, además, es una persona que destila una actitud científica en la génesis de conocimiento y en la capacidad de generar las preguntas relevantes que la investigación ha de intentar responder.

Aristóteles decía que la teoría es la suma práctica. No sólo vale conocer. Es necesario generar conocimiento desde la práctica clínica. Indagar para comprender, estudiar para mejorar, analizar para dilucidar y hacer emerger la verdad que existe detrás de todo lo ignorado. No hay buena práctica clínica sin investigación. Del mismo modo, no hay investigación clínica o traslacional de calidad sin una práctica clínica excelente que ponga al paciente en el centro de sus objetivos. Esta dualidad de clínico-científica tan palpable en Ana es un modelo que aspiramos a implantar en nuestros hospitales e institutos de investigación sanitaria. Necesitamos muchos ‘agentes dobles’, clínicos apasionados e investigadores comprometidos. Ellos serán nuestros héroes, nuestros invencibles, los investigadores del mañana para garantizar un futuro mejor.

El hecho de reconocer y exaltar las virtudes de Ana subraya la importancia de los valores que deben regir y promover la convivencia. A la virtud, otra vez Aristóteles, se llega solo a través de la repetición sucesiva y reiterada de actos buenos y virtuosos que sirven al bien común. La excelencia individual propulsa sin duda una sociedad más plena, más feliz y más justa.
Por todo ello, quiero felicitar a Ana. Pido disculpas si en este breve perfil no he sido capaz de destacar todos los fundados e innumerables valores que de ella emanan. Tengo la suerte de trabajar cerca de ella y esto es para mí uno de los privilegios que la vida me ha dado.

 

 

Dr. Andrés Cervantes
Director general y científico del INCLIVA
Jefe del Servicio de Oncología Médica del Hospital Clínico de València
Presidente electo de la Sociedad Europea de Oncología Médica (ESMO)

 

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