Las mujeres empresarias tienen cada vez mayor peso en el tejido empresarial y relevancia en puestos de alta responsabilidad. Desde un punto de vista institucional existe una apuesta – a veces formal, a veces efectiva – por eliminar las trabas sociales que aún existen para que ellas desarrollen todo su potencial emprendedor. Un aspecto que generalmente no suele ser considerado es el papel que la historia puede jugar para enfatizar la importancia de las mujeres en el tejido empresarial.
Cuando se mira al pasado, suele acentuarse la ocultación social que ha existido de las mujeres empresarias. Y en efecto, las convenciones sociales y las leyes ensombrecieron la realidad de muchas mujeres que desarrollaban su labor empresarial detrás de un familiar masculino, en un plano secundario; o aquellas que aun reclamando su protagonismo se encontraron con dificultades y prohibiciones para ejercer con libertad su faceta profesional. Este artículo ofrece un ángulo diferente: cómo la modernización visibilizó a las mujeres empresarias. Los resultados a continuación desarrollados proceden de esta investigación que utiliza una base de datos configurada con información de los Registros Mercantiles de 15 provincias, cubriendo una etapa clave para la modernización económica en España (1886-1936).
La mujer española de principios del siglo XX tuvo un papel activo y visible en el ámbito empresarial. De la investigación realizada se desprende la importancia de un marco institucional que favorezca la participación de las mujeres en los negocios. En primer lugar, y a diferencia de otros contextos, las mujeres en España mantienen sus dos apellidos cuando se casan, por lo tanto resulta posible rastrear, a través de las fuentes primarias de archivo, su presencia en negocios, y rastrear la presencia de sus familiares directo. En segundo lugar, el régimen de gananciales concedía al cónyuge superviviente la mitad de toda la riqueza generada durante el matrimonio. Muchas firmas con mujeres surgieron de un negocio anterior, como resultado de su disolución tras la muerte del propietario masculino. En otras, las mujeres socias son hermanas de otros socios, lo que también desvela un vínculo familiar en el negocio.
La cifra de mujeres que aparecen como socias fundadoras de sociedades mercantiles es ligeramente superior al 10%. Esa cifra es comparable a la que otras investigaciones han encontrado en varios países europeos (Aston y Di Martino, 2017, p.11) (Gamber, 1998, p. 189) (Craig, 2016, p. 120).
El estudio muestra que cuando se moderniza el tejido empresarial español, y surgen más oportunidades, a partir de 1920, las mujeres también aprovechan estas ventajas. El hecho que singularizó para hablar de modernización es la aparición de nuevas formas societarias como la Sociedad de Responsabilidad Limitada (SRL), y el aumento en el uso de la Sociedad Anónima (SA). Para la etapa 1920-1936 más de dos tercios de todas las sociedades de nueva creación que tenían una socia optaba por la forma de SA o SRL. En términos de capital, las SA con socias fundadoras son más pequeñas, lo que sugiere barreras de entrada de capital y la necesidad de conexiones profesionales de las que las mujeres carecían. Para las SRL, el que exista o no alguna socia fundadora no influye en su tamaño, pero sí en su capital, porque las entidades con socias tienen un capital total un tercio mayor que las SRL compuesta exclusivamente por hombres. La conclusión que se extrae de lo anterior es que cuando a las mujeres se les presentó la oportunidad de participar en los negocios desde una posición cómoda, arriesgando solo una parte de su riqueza y sin responsabilidades ulteriores, la aprovecharon.
La modernización económica también se tradujo en la aparición de nuevos sectores económicos. No se aprecian diferencias notables entre aquellas empresas formadas exclusivamente por hombres y las que incluyen mujeres respecto a la elección de sector económico. Si acaso, existe una mayor afluencia de mujeres en las actividades vinculadas al comercio, porque son negocios con menores demandas de capital; y en el sector de la fabricación, donde se explica su presencia sobre todo por la existencia de parentesco con otros socios.
Otro resultado revelador es el elevado número de mujeres que desempeñaban labores de gestión en las sociedades mercantiles. Siguiendo la convención social, la mayor parte de las mujeres en las escrituras analizadas declaran ante el notario que su profesión eran “sus labores”, alguna se declara rentista, y solo esporádicamente existen mujeres que se definen como comerciantes. Pero la lectura de la escritura desvela que muchas de ellas desempeñarían labores de gestión en la empresa. Esto pone de manifiesto una experiencia previa, que mayoritariamente provenía del propio negocio familiar. Y también evidencia una presión social efectiva por oscurecer la “femaly agency”.
Visibilizar con esta investigación la existencia de las mujeres española en el tejido empresarial, en una etapa clave para la modernización económica, permite conocer qué obstáculos existían entonces, y cómo algunos continúan subsistiendo. Al estudiar las causas de estas barreras en el largo plazo, ponemos al alcance de los responsables políticos argumentos para hacer cumplir la legislación que acelerará la llegada de un mundo empresarial igualitario.
Referencias citadas:
Aston, J., y Di Martino, P. (2017). Risk, Success, and Failure: Female Entrepreneurship in late Victorian and Edwardian England. Economic History Review 70(3), 837–858. doi:10.1111/ehr.12481
Craig, B. (2016). Women and Business since 1500. Invisible Presences in Europe and North America? New york: Palgrave-McMillan.
Gamber, W. (1998). A Genderer Enterprise: Pacing nineteenth-century Businesswomen in History. The Business History Review, 72(2), 188–217. doi:10.2307/3116275
Susana Martínez Rodríguez
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