La pesca es una actividad que se realiza desde tiempos remotos mediante el desarrollo de todo tipo de ingenios, artilugios y técnicas (Moreno, 2018). Es decir, ha estado vinculada a la humanidad desde sus orígenes, influyendo en las formas de vida y la visión del mundo de las sociedades dedicadas a esta práctica.

En la costa mediterránea, el mar ha sido fuente de subsistencia desde tiempos remotos, cuando la pesca era la actividad principal de la población litoral, y todavía hoy sigue siendo una gran fuente de riqueza. Diversas civilizaciones han sabido valorar la importancia de los recursos naturales que el mar les ha brindado, y han desarrollado una cultura y una forma de vida que constituyen un rico legado que cuidar y conservar para las generaciones futuras (Moreno, 2019).

Hoy en día, las localidades costeras que bañan el Mediterráneo se dedican principalmente a actividades ligadas al sector turístico, que se desarrolló de forma destacada desde mediados del siglo XX. Este hecho ha provocado que la pesca, antaño la actividad económica principal, se haya visto relegada en importancia y evidencia un declive en la práctica totalidad de los puertos pesqueros.

Desde hace aproximadamente 15 años, y ante la necesidad de frenar la regresión del sector pesquero, se han impulsado diversas iniciativas para ligar la actividad pesquera al turismo, dada la existencia en las poblaciones litorales de múltiples elementos patrimoniales, materiales e inmateriales, que pueden ser aprovechados como recursos turísticos.

La crisis del sector pesquero en la Región de Murcia

No cabe duda de que la pesca es una actividad esencial para las poblaciones humanas. Sin embargo, este sector muestra síntomas inequívocos de una regresión, manifestados en el descenso tanto del número de embarcaciones, como en el de trabajadores.

Las embarcaciones muestran un claro descenso desde la década de 1990. En 1995, solo en la Región de Murcia, estaban censados un total de 351 barcos. Sin embargo, en la actualidad apenas llegan a 168. Los motivos que explican esta regresión son variados: incremento del precio del gasoil, ayudas de la Unión Europea para desguazar barcos y el envejecimiento de los armadores.

Por su parte, el retroceso del número de pescadores en activo ha sido también destacado. En 1996, el número de pescadores era de 1.274, mientras que actualmente es de tan solo 515. La retirada de embarcaciones a lo largo de los últimos años, la dureza del oficio, el envejecimiento de los ocupados en el sector (Imagen 1), el escaso deseo de jóvenes por dedicarse a la pesca, o la incertidumbre en el salario que se conseguirá, explican esta regresión.

El turismo marinero, ¿una solución?

El turismo marinero es una actividad de reciente implantación que está siendo fomentada en distintos lugares del mundo (Pardellas y Espejo, 2013). En la Región de Murcia, el turismo marinero fue introducido por primera vez a raíz del Proyecto Europeo MARIMED, la Pesca como factor de desarrollo del turismo sostenible (2004-2006), desarrollado en distintos puntos de la costa mediterránea. En este proyecto participaron las poblaciones costeras de Águilas, Cartagena, Mazarrón, y San Pedro del Pinatar, pero solo tuvo incidencia en la primera localidad, donde se puso en marcha el Plan de Competitividad Turística “Águilas: El Mar y la Pesca”.

Este Plan persigue la creación de un nuevo producto turístico, basado en la pesca tradicional y la cultura marinera local, que otorgue singularidad y diferenciación a la localidad respecto a otros destinos y permita aumentar la competitividad específica dentro del nuevo escenario turístico. El propósito es generar una opción desestacionalizadora real, y a la vez diversificar y complementar la oferta genérica del denominado turismo de sol y playa (Pérez y Espejo, 2012).

La ejecución más significativa fue la creación del Centro de Interpretación del Mar (Imagen 2), un espacio museístico donde se exponen elementos de la cultura marítima aguileña, como embarcaciones, artes de pesca o artilugios empleados para la navegación.
En los últimos años, existe una clara predisposición para impulsar el turismo pesquero. Las acciones de mayor relevancia han tenido una orientación gastronómica, ya que se han realizado jornadas sobre productos como la gamba roja de Águilas, los salazones del Mar Menor, o el atún rojo de Mazarrón. Además, desde la aprobación del Real Decreto 239/2019, de 5 de abril, por el que se establecen las condiciones para el desarrollo de la actividad pesca-turismo, las cofradías de pescadores de la Región de Murcia intentan que sus barcos oferten esta actividad, es decir, que los turistas o visitantes puedan contemplar in situ la faena pesquera.

Otros Proyectos Relacionados en el Mediterráneo

El turismo marinero, como producto turístico, aún ofrece un corto recorrido en su oferta. Sin embargo, cada día son mayores las iniciativas que se emprenden en distintos lugares costeros. En el ámbito mediterráneo destacan algunas acciones sobre turismo marinero o pesca-turismo. Así, por ejemplo, en Sicilia los pescadores ofrecen a los turistas la posibilidad de ver cómo faenan con un arte de pesca tradicional como es el palangre (Cillari et al., 2012); en Istria (Eslovenia) se consideran los productos gastronómicos procedentes del mar como un recurso turístico que pone en valor el oficio del pescador (Rogelja y Janko, 2017); y en Francia también se llevan acciones de pesca-turismo, y se han dedicado diversos espacios públicos y privados para la didáctica y difusión de la cultura de la pesca (Molina, 2013).

Conclusiones

La posibilidad de ligar pesca y turismo no puede pasar desapercibida, ya que se trata de una oportunidad para revalorizar la cultura marítima, complementar la consolidada oferta de sol y playa, y dotar al territorio de singularidades competitivas.


Ramón García Marín
Doctor en Geografía Humana
Bio