Robots contra la contaminación del océano

A continuación se muestras tres proyectos en los que los vehículos autónomos submarinos han sido usados para conocer la influencia que tienen tres contaminantes sobre el medio marino: los vertidos de hidrocarburo, el ruido y las basuras marinas.

La presencia de contaminantes en nuestros mares es, por desgracia, un hecho consumado. El Antropoceno está marcado por una nueva, y más perjudicial, manera de relacionarse con el mar. La tecnología, el avance industrial y el crecimiento poblacional ha llevado a dotar al ser humano de una capacidad de impacto sobre el medio marino hasta ahora desconocida. Impacto que va desde una escala local, como hacer desaparecer las poblaciones de una determinada especie de interés pesquero, hasta global, consiguiendo que no seamos capaces de encontrar ni una sola playa en todo el planeta sin microplásticos.

Afortunadamente, hemos empezado a ser conscientes de este impacto, iniciando diferentes estrategias para reducirlo o hacerlo desaparecer, tales como el movimiento de crecimiento azul desde la Unión Europea o la declaración del periodo 2021-2031 por la UNESCO como la década por unos Océanos Sostenibles.

Algo en que coinciden todas estas iniciativas es en la necesidad de usar la tecnología para evaluar el impacto producido y buscar medidas mitigadoras. A continuación, se muestran tres proyectos en los que los vehículos autónomos submarinos han sido usado para conocer la influencia que tienen diferentes contaminantes sobre el medio marino: vertidos de hidrocarburo, ruido y basuras marinas.

El proyecto e-URready4OS (expanded- Underwater Robotics Ready for Oil Spills), financiado por la dirección general de protección civil de la Unión Europea, tuvo como objetivo establecer una nueva metodología para la detección de vertidos de hidrocarburos en profundidad mediante el uso combinado de una flota de vehículos autónomos aéreos, de superficie y submarinos. La información recopilada se combina con la de un modelo por ordenador de dispersión de hidrocarburos, lo que permite predecir el movimiento del vertido bajo el agua.

Los vertidos de petróleo en superficie no son los únicos existentes. Plumas de hidrocarburos submarinas pueden darse en el caso de pérdidas en los tubos en profundidad que lo transportan, o por la formación de grandes plumas de petróleo bajo el agua en el caso de vertidos accidentales, tales como el ocurrido en el 2010 en el Deepwater Horizon en el golfo de México, en el que se detectó a 1.000 metros de profundidad una gran mancha contaminante que no había sido detectada desde superficie. Esto puso de manifiesto la necesidad de promover tecnologías como la desarrollada en el marco de este proyecto y que permita localizar un vertido en profundidad antes de que salga a superficie.


La tecnología, el avance industrial y el crecimiento poblacional ha dotado al ser humano de una capacidad de impacto sobre el medio marino hasta ahora desconocida


Cuando pensamos en un contaminante marino, casi siempre imaginamos una mancha de vertido expandiéndose por la superficie del agua y navegando por sus profundidades. Lo mismo deberíamos pensar cuando hablamos de la propagación del ruido submarino, existiendo zonas donde se concentra y aumenta su intensidad, y otras donde no llega. Las diferentes características de las masas de agua por la que se propaga son las responsable de esta heterogeneidad. Por ello, no podemos conocer su distribución midiendo en un solo punto con un hidrófono (aparato que mide la característica del ruido), sino que necesitamos conocer tridimensionalmente cómo se distribuye.

Para ello surgió el proyecto UNAM (Underwater Noise Autonomous Mapping), financiado por la Autoridad Portuaria de Cartagena. Su objetivo era poner en funcionamiento un sistema de monitorización acústica submarina con la principal característica de ser móvil y autónomo, lo que permitió obtener un mapa 3D del ruido submarino. La base del proyecto es la integración de un hidrófono de reducido tamaño y altas prestaciones (icListen-HF) en un vehículo autónomo submarino (AUV, Iver2-Ecomapper).

Por último, el Proyecto ROMULO (Robots and Modelling Underwater Litter Observation), cofinanciado por la Fundación Biodiversidad y Ecoembes, contempló por primera vez el uso combinado de modelos numéricos de corrientes junto con robótica submarina. Cuando paseamos por la playa o vamos en barco, desafortunadamente, no es raro ver basura en la arena o flotando por el mar, pero, ¿a dónde van esos residuos finalmente? La respuesta es sencilla, directamente a los fondos marinos. Esto nos plantea otra pregunta: ¿por dónde empezamos a buscar la basura una vez se ha hundido y no podemos verla a simple vista? El proyecto ROMULO da respuesta a estas preguntas.

Mediante modelos por ordenador de corrientes marinas se establecieron las zonas susceptibles de actuar como hotspots (zonas donde se acumula la basura), y mediante vehículos autónomos submarinos geolocalizar (conocer la latitud y longitud de un determinado punto) cada uno de los residuos detectados. Gracias a esta tecnología se pudieron hallar más de 200 elementos contaminantes en la zona de estudio (Puerto de Cartagena), lo que sirvió para confeccionar un mapa de sus ubicaciones. De la misma manera esta tecnología podrá ser usada a grandes profundidades (más de 2.000 metros), en donde se encuentran cada vez, con más frecuencia, residuos humanos.

Estos tres proyectos son un claro ejemplo de cómo la tecnología será clave a la hora de conseguir un uso sostenible de los océanos y recudir nuestro impacto sobre él.


Francisco López Castejón
Investigador de la UPCT que trabaja en el uso de modelos numéricos y vehículos submarinos autónomos
Bio

 

 


 

Comparte

Share on facebook
Share on google
Share on twitter
Share on linkedin
Share on email